A Diez Centímetros De Ti - Capítulo 2

CAPÍTULO 2
       Hace un rato que Víctor se fue y sigo un poco aturdida por recordar esos momentos angustiosos tanto para mí, como para los que no sabían que estaba atenta a cada palabra de cariño y esperanza.
        Vuelven a llamar a la puerta mientras oigo a dos voces entablar una conversación que por lo que parece es divertida. Las reconozco antes de pronunciar el "Pasen gritonas" de siempre. Al abrir la puerta veo a mis dos queridas locas, las de siempre; las que se llevaron una desilusión al ver que no las recordaba al despertar, y las que fueron fuertes contándome todas y cada una de las cosas que habíamos hecho juntas para ver si volvían a mi mente.
-¡Hola Sara! No te vas a creer que chico más guapo nos acabamos de encontrar viniendo para acá -dice Andrea, con su alegría y sus cosas de estar por las nubes.
-Sí, y por quedarse mirando como una boba casi se estampa contra una farola -comenta Lucía entre risas.
-¡Me dijiste que no lo ibas a soltar!
-Lo siento, no me podía aguantar...
      Reímos las tres, como en los viejos tiempos; como cuando íbamos juntas al cine y veíamos cualquier película, dábamos un paseo y nos fijábamos en las mismas cosas, montábamos en patines... Como echo de menos todo aquello. Pero disfruto de ellas, y de cada momento que siguen compartiendo conmigo.
      Somos tan distintas pero a la vez tan iguales... cada una con sus cosas, sus pensamientos, sus problemas, sueños e ideales, pero que siempre, acabamos en el mismo punto, en el que nos une, ¿cuál? A saber.
      Mientras Andrea me explica como era ese chico tan guapo, Lucía se sienta a mi lado en la cama y pone música en su móvil.
-... y los ojos... eso, era lo más bonito que tenía, en serio... bf
-Jajajaja creo que te has enamorado... -digo riéndome; sé que lo está, pero precisamente del chico que acaba de ver... no, de él no.
-Oh sí, claro que sí -añade en un tono muy irónico.
-Bueno, cambiando de tema -nos interrumpe Lucía-, ¿qué tal te encuentras hoy? 
-¡Genial! Quiero salir ya de aquí... 
-¿Quieres saber algo guay?
-... Claro...
-Toma tu ropa -dice Andrea tendiéndome una bolsa- vamos a dar una vuelta.
       Cosas como esa, me hacían cada día que vivía un día hermoso. Claro que ya había salido antes, pero los médicos preferían que me quedara cerca del hospital, debido a que hasta hace poco tenía continuos mareos cada vez que me levantaba; pero ya estaba mucho mejor, y lo notaba. Lo que no sabía era que íbamos a ir más lejos que dos manzanas mas allá del hospital. Lo más gracioso fue, que de esto, me di cuenta cuando se pararon en mitad de la calle y llamaron a un taxi.
-Ey... ¿a dónde vamos? -pregunto preocupada mirando hacia el hospital.
-Tranquila, tienes permiso jajaja. Y no seas impaciente, ya lo sabrás.
        Sentada entre Andrea y Lucía retuerzo nerviosa el borde de la camisa que habían elegido para que me pusiera, y subo bajo rápido mi pie, haciendo que suene el cascabel que tengo en mi tobillera. Es la primera vez después del accidente que estoy tan lejos del hospital, y aunque no lo quiera admitir me asusta un poco. Mis amigas se dan cuenta de ello y Lucía me da una mano mientras que Andrea me pone la suya en la pierna para que deje de moverla.
-No te preocupes Sara... Sabes que no te va a pasar nada, además, vamos a estar contigo todo el rato -me dice Andrea con una sonrisa.
-Lo sé, solo estoy un poco nerviosa. Gracias chicas.
         Y con una sonrisa les doy un beso a cada una como muestra de mi agradecimiento.
         A pesar de mis múltiples preguntas, sigo sin saber hacia donde vamos, porque cuando le dijeron al conductor el lugar a donde nos dirigíamos, me taparon los oídos.
-Es injusto, saben que no me gusta no saber las cosas...
-No te quejes, que luego siempre agradeces las sorpresas.
-Ya pero... no sé -digo entre risitas neviosas.
        Cuando bajamos del taxi, me quedo boquiabierta.
-No... puede... ser... -digo con la sonrisa más grande del mundo.

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